la abeja asesina de motoristas

La Abeja Asesina… de Motoristas!

A lo largo de mi vida, me han picado muchas abejas. Una vez en la playa (estaba oculta en la arena…) En otra ocasión en plena frente, con la lógica hinchazón de medio cráneo. Incluso una me atacó, mientras cortaba inocentemente unos limones de un árbol. Pero sin duda definiría como abeja asesina, a la que me picó andando en la moto.

El último ataque traicionero de un bicho de estos, fue hace un par de días. Andaba en la moto, haciedo unas entregas. Al salir del lugar donde recojo la mercancía, sentí «algo» que pasaba dentro de mi camiseta. Creí que era el viento moviendo la tela, y no le di importancia. Fue hasta llegar a casa, cuando al querer quitarme el casco. Sentí una fuerte punzada en la espalda baja. ¡Justo donde debería estar la cintura! Confundido y adolorido, jale a través de la tela lo que me lastimaba. Al caer el insecto comprendí lo que pasaba, -¡quitamela!- le grité a mi mujer con desesperación. Desesperación que aumentó, al ver como levantaba la abeja del piso, en lugar de quitarme el aguijón clavado…

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La verdad es que corrí con suerte. La abeja no me pico con la moto andando. Me imagino el dolor mientras trato de no caer de la moto, además de lo difícil de quitarme yo mismo el aguijón en la espalda. Pero no tengo que imaginarlo.

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Encuentro con la abeja asesina

Hace unos años, rodaba por una carretera secundaria cerca de la costa. Iba muy contento, con un casco «quita multas» y unos guantes de mecánico. Unas botas y lentes industriales, completaban el equipo de protección. En un momento, sentí la punzada maligna en la mano derecha. No sabía que hacer, y me moví como loco de un carril al otro sin ninguna precaución. Poco a poco desacelero y freno con el pedal, con la mano era imposible. En lo que pareció una eternidad, me detuve y la moto se me apagó. Como pude, me saco el guante para encontrarme con la abeja asesina, clavada entre el dedo gordo e índice. ¿Como entró al guante? Aún no lo sé.

Moraleja, hay que tener cuidado con lo que pueda golpearnos en la carretera. Piedras, polvo, lluvia, mosquitos… o una abeja asesina. En esta ocasión la libré, más o menos de buen modo. Pero ¿y si en una de esas, la abeja asesina me da en un ojo? Prefiero no averiguarlo.

El flamas

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